Juan
Miguel Suay Belenguer
Ingeniero
Superior Industrial
15
de marzo de 2002
En
este mundo existen dos culturas: las ciencias y las letras, se han
empeñado desde pequeños en enseñarnos que son imposibles
de compatibilizar, que son contrapuestas y por tanto imposible de conciliar.
Este tema está implícito en nuestro sistema educativo desde
hace siglos, y personalmente considero que es una pena, pues es necesario
una formación completa en ciencias y en letras para tener una visión
del mundo en que vivimos. Pero hay otra división entre los de "ciencias",
nosotros somos ingenieros, y por lo tanto representantes de la ciencia
práctica, lo material es lo nuestro, pero los que estudian las ciencias
"puras" (matemáticas, física, química, etc.), lo conceptual
es lo suyo. Esta distinta concepción del saber ha llevado a lo largo
de la historia a disputas y desprecios, que en cierta medida siguen vigentes.
Calicles,
en las Gorgias de Platón, afirma que el constructor de máquinas
debe ser despreciado, debe ser llamado bánausos (trabajador
manual) para ofenderlo, y que nadie querría entregar a su propia
hija en matrimonio a uno de esos personajes. Aristóteles había
excluido a los "operarios mecánicos" de la categoría de ciudadanos
y los había diferenciado de los esclavos solo porque atendían
las necesidades y requerimientos de muchas personas mientras que los esclavos
atendían a una sola persona. Entre los griegos el trabajo manual,
lo práctico, no se consideraba digno de ser practicado por los hombres
libres, los amantes de la filosofía.Las
siete artes liberales (la gramática, la retórica, la dialéctica,
la aritmética, la geometría, la música y la astronomía)
se llamaban así por ser practicada por los hombres libres, en cuanto
opuestos a los no libres o esclavos, que ejercen artes mecánicas
o manuales.
No
es de extrañar que en un diccionario francés publicado en
1680 encontremos la siguiente definición: "El término
mecánico, referido a las artes, significa lo que es contrarío
a liberal y honorable: significa bajo, villano, poco digno de una persona
honesta". Por lo tanto, llamar a un gentilhombre de aquella época,
vil
mecánico, era un insulto que le incitaba a desenvainar la espada
y batirse en duelo.
Afortunadamente
para nuestra profesión, la revolución científica del
siglo XVII trajo consigo la reconciliación de la ciencia y la tecnología,
ambas se complementaron y la ciencia descubrió que ciertos artilugios
diseñados y construidos por esos viles mecánicos,
como el telescopio, el cronómetro, el astrolabio, el teodolito,
el vernier o nonius, el microscopio, la balanza, etc., podían ser
utilizados por la ciencia en su investigación, la ciencia se volvió
experimental y necesitó de "instrumentos científicos", que
serían construidos por ingenieros. En el siglo XVIII y XIX, ya nadie
tenia la menor duda de la necesidad y honestidad de las artes mecánicas.
Desde
entonces la palabra ciencia y tecnología fueron parejas, la tecnología
representó bienestar y riqueza, pero también alienación
y mercantilización de la sociedad, así que la ciencia ha
querido mantener su estatus y su ética. Intenta vender la imagen
de que sus descubrimientos no son peligrosos, pues su meta es el conocimiento,
son los ingenieros los que transforman la formulas y teorías científicas
en bombas atómicas, gases tóxicos y maquinas contaminantes,
la ciencia de por si no es mala, lo es su aplicación.
El
filósofo Francis Bacon en 1609, expuso muy bien cual es la ambigüedad
existente en la técnica en su obra Dedalus sive mechanicus.
Dédalo, es un personaje de la mitología griega, que es a
la vez un hombre extraordinario, un gran arquitecto e ingeniero, pero a
la vez es despreciable. Sus invenciones son "ilícitas": la máquina
que permitió a la reina Pasifae acoplarse con un toro y engendrar
al Minotauro, mitad hombre, mitad toro, aborto monstruoso devorador de
jóvenes; el Laberinto de la isla de Creta ideado para encerrar al
Minotauro y "proteger el mal
con el mal"; las alas de plumas y cera con las que su hijo Icaro voló
tan cerca del Sol que se derritieron y se precipito en su mortal caída
sobre el mar Egeo.
Del
mito de Dédalo extraemos conclusiones de carácter general:
las artes mecánicas generan instrumentos que ayudan a la vida y,
al mismo tiempo, "instrumentos de vicio y muerte". El saber técnico
tiene para Bacon, esta característica: mientras se presenta como
posible productor del mal, ofrece, al mismo tiempo y conjuntamente con
este aspecto negativo, la posibilidad de mostrar un diagnostico del mal
y de un remedio para sí misma, Dédalo construyó remedios
para sus delitos, como fue ofrecer el recurso del hilo a Ariadna, para
que Teseo entrara en el laberinto y matara al Minotauro. La tecnología
se cura con más tecnología.
Bueno espero que este breve artículo nos ayude una vez más a reflexionar sobre la imagen que en distintas épocas se ha tenido de los hombres que han cultivado la ciencia y la tecnología.
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